Tres 'cabezas de turco' en Guantánamo
CAMINO A GUANTÁNAMO
Director: Michael Winterbottom y Mat Whitecross.
Fotografía: Marcel Zyskind.
Montaje: Mark Goldblatt, Mark Helfrich y Julia Wong.
Música: Harry Escott y Molly Nyman.
Intérpretes: Ruhel Ahmed, Asif Iqbal, Shafiq Rasul, Riz Ahmed (Shafiq), Farhad Harun (Ruhel), Arfan Usman (Asif).
No podía estrenarse en un momento más indicado esta película, cuando hace pocos días los medios de comunicación se hacían eco de una rebelión de los prisioneros en Guantánamo. Tal como se hizo en Reino Unido, se estrena simultáneamente en DVD y en cines esta cinta por la que resultaron premiados como mejores directores en el Festival de Berlín un habitual de estas citas, Michael Winterbottom, y Mat Whitecross.
A medio camino entre el documental y la ficción, Camino a Guantánamo narra la historia de tres amigos británicos que viajan a Pakistán para asistir a la boda de uno de ellos y pasar unos días por la zona y acaban encarcelados en la base estadounidense de Guantánamo, en Cuba. Son las semanas posteriores al 11 de septiembre y sin prever el riesgo que puede conllevar, acuden a la vecina Afganistán con el objetivo de prestar ayuda humanitaria ante la inminente llegada de tropas norteamericanas que quieren derrocar al régimen talibán.
El viaje les lleva de Karachi a Kandahar, y de allí a Kabul y Kunduz, lugar al que llegan en contra de su voluntad, y del que escapan tras los fulminantes bombardeos y en su huída son atrapados por la Alianza de Norte, una unión de grupos armados con el objetivo deponer a los talibanes. De ahí pasan a ser prisioneros del ejercito norteamericano que en su selección ‘de los más peligrosos terroristas’ –tal como se informó a todo el mundo- se hizo con una buena colección de cabezas de turco a los que se llevo a esa ignominiosa base cubana.
La gran baza de la película es que alterna las entrevistas a sus tres protagonistas reales -Ruhel Ahmed, Asif Iqbal y Shafiq Rasul- con la película que reconstruye toda su historia, que acerca al espectador al infierno que sufrieron los conocidos por la prensa inglesa como los ‘Tres de Tipton’. Quizá lo que se echa en falta es una mejor explicación de las razones que les llevan a acercarse a Afganistán en unos momentos tan peligrosos, pero se intuye una principalmente: una inocente curiosidad (son tres chicos, uno de 23 y dos de 18 años, no especialmente religiosos) guiada por la falta de conocimiento de la magnitud de lo que se avecina.
La cinta hace que el espectador tome la distancia exacta con la historia narrada gracias a los fragmentos de las entrevistas, que ponen al espectador con los pies en la tierra y favorecen, ante todo, una reflexión mesurada más allá de emociones confusas. No se la pierdan.
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